La degradación de los paneles solares se refiere a la disminución progresiva de la eficiencia y la capacidad de producir energía.
Existen varias herramientas para determinar esta degradación: la inspección visual, termografía infrarroja, la electroluminiscencia (EL) y la calibración del rendimiento. Las causas por las que los paneles se degradan son:
Degradación por envejecimiento.
A lo largo de los años y como consecuencia de la exposición a la lluvia, la nieve, temperaturas extremas, granizo, polvo y otros agentes externos. Esto ocurre por la corrosión, la deslaminación del vidrio y la pérdida de materiales fotovoltaicos.
Degradación inducida por la luz (LID)
Este fenómeno afecta a los módulos durante el primer año, aunque se ven afectados en mayor medida los módulos fabricados con silicio monocristalino.
Degradación por el potencial (PID)
Este mecanismo de degradación también reduce su eficiencia. A diferencia de los dos anteriores, afecta por igual a todos los módulos fotovoltaicos. Es causada por factores como una mala colocación, condiciones climáticas adversas y mantenimiento insuficiente.
Fallo de la lámina posterior
Esta es la principal causa de degradación prematura. Sucede por la delaminación de la lámina posterior o por la formación de grietas en el material. Cuando la lámina falla, los paneles quedan expuestos a los agentes externos y se reduce su vida útil.
Para evitar una degradación de las placas solares y garantizar un rendimiento a largo plazo, es esencial realizar inspecciones y mantenimiento fotovoltaico con cámaras termográficas para garantizar el buen funcionamiento de la instalación.